En 1931, una familia de granjeros en Irlanda se vio asediada por una entidad inexplicable que vivía entre las paredes de su hogar. Al comienzo se escucharon gruñidos y arañazos. Luego vinieron diálogos bien articulados y también todo tipo de groserías y blasfemias. Con el tiempo, los dueños de casa pudieron divisar al intruso. Se trataba de un animal parecido a un hurón, con manos humanas de cuatro dedos. Durante 15 años los acompañó, ayudó y amenazó. Según la propia criatura, se trataba de una “mangosta muy, muy inteligente”. Su nombre era Gef y su origen: “Vengo de la Quinta Dimensión y soy la Octava Maravilla del Mundo. Puedo dividir el átomo”.